jueves, 22 de septiembre de 2016

FUEGO DE NADIE, de Verónica GARCÍA


“Cual sea mejor, amar o aborrecer.
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante
y soy diamante al que de amor trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.”.  Sor Juan Inés de la Cruz, Musa Dézima,


Verónica García ha ganado recientemente el VII Premio Internacional de Poesía "Ciudad de Santa Cruz de la Palma" con el libro Fuego de nadie (Ediciones La Palma, 2016).

Es este un poemario, descarnado, con implacable intromisión de la anécdota, que sugiere poema a poema, hasta su final, el desarrollo de una pasión amorosa destructora e incontenible, compuesto según  un plan ordenado y lineal del que ya advierten desde el principio las citas introductorias de Sor Juana Inés de la Cruz y de Shakespeare.

De la crudeza sin escapatoria, presumiblemente biográfica, de estos poemas dan cuenta las innumerables referencias de insobornable naturalismo en el trágico inventario de esta "historia". La portentosa riqueza de creación de imágenes -propia de los trabajos de Verónica García- se desenvuelve en un estimulante surrealismo enérgico, rico en hallazgos tan acertados como imprevisibles.

Verónica García comenzó su andadura literaria con La mujer del cubo verde (premio de poesía Tomás Morales 1986). A este libro siguieron Sinestesia, Posibles enunciados, El universo de los náufragos, La isla del Caimán, Lapso, Atonal y Resucitar del agua. También es coautora de los poemarios colectivos De amor y locura, La fiesta innombrable y Las bocas del agua.


PEQUEÑA MUESTRA DE POEMAS

Besos que dan asco

Este es un tiempo de faroles bajo el puente,
de besos que dan asco y aceite que fluye
hasta el sí de la mirada.

El río está seco pero inunda los trigales.

Sé romper la pared con la cabeza
y desnudarme junto a los grafitis
sin respirar.

Mi corazón es un libro
que quiere ser leído, insiste en espera
de un martillo que rompa tu coraza.


Olas en celo

Desde tu ventana una bola de fuego se escapa,
la veo ascender, alejarse,
apacigua sus llamas quemando los árboles,
su luz en el callejón será tormenta mañana.

Nado sobre olas en celo

un incendio de agua besa mi locura.


Veneno

Consulté con la Mantis Religiosa, quise aprender su lenguaje,
estar a la altura de tus exigencias.

Me esmeré en darte veneno, inventé un infierno contra tu lluvia ácida.

En tu boca la Mantis probó la locura

desistió

¡Pobre Mantis drogada!


Monoloco

Hay un guión escrito en los andamios
entre hierro fundido y ventanas rotas,
habla de un mono loco que descansa
al borde de lo irreal y se deja caer
sobre los cuerpos que arden.

Monoloco que estás en fuego de nadie

¡Déjame en paz!



Sin pedir permiso

Por Gigoló, por sádico,
por monstruo te amo.

Porque me das
y tomas lo que quieres
sin pedir permiso:
mejor que morir de celos
o intentar curarme.



Sol ficticio

No soporto la terapia si me obliga a dejarte,
no quiero ver la luz al final del túnel,
mis ojos están acostumbrados a la penumbra.

Construí un castillo de arena y me aferro
a él a pesar del vaivén de la ola,
no quiero ver el fondo, prefiero la superficie
deslumbrante de este sol ficticio.

Mejor sería borrar tu contacto, no verte más,
tirar la rosa del delirio, pero dejo la terapia.



Cañaveral abierto

El duelo no se escribe, abre su cauce a los ahogados,
pinta de verde las palabras que padre talló en mi pupila.
Escuece su grava en el zapato, una noche en su desierto
es mejor que el primer día de los astros.

Vengo por la espuma, no por tu recuerdo.

Me quedo por el mar, no por el cañaveral abierto,
sólo por tus cenizas en la costa, por los pájaros
del amor que sabes darme.

Quiero flotar en la tormenta de tu nombre
y que escuches mi voz de resina.

Quiero dormir sin miedo, hazme una cuna.
Abre el océano y sumerge mi lava.

Dejo atrás la capa del deseo, un huracán blanco
me desnuda y ya no soy mujer ni paloma,
soy vórtice del ciclón que teje los planetas.

He llegado por la muerte, me conoce desde niña.