Qué follón dominguero, qué
gentío,
qué colas a la entrada,
qué cruces de azafatas y
ascensores...
y familias enteras.
Qué rapidez tan
irrespetuosa
de una sala a la otra del
santuario.
¿No habrá un pintor naïf
para esta escena
cuando
el sol invernal arrincona la lluvia?
¿No
habrá un Greco capaz de sublimarle
la
palidez gripal y el vaho y la nostalgia
que
le da el resfriado?
¿No
habrá un Picasso acaso
con
donaire taurino que la fije
en
un periodo rosa de un
instante,
ahora
que ella conserva en las mejillas
dos
pétalos de fiebre en retirada?
Tiene
nombre de lienzo y desafío
y
un no sé qué de mar que nunca cede.
¿No
habrá un Turner o un Friedrich
que
le ofrezcan ocasos con galernas?
¿Y
un Manet con marinas familiares?
O
un Renoir que la ponga de bañista...
¿Ni
un San Cristóbal saturnal de Goya
que
la alce en hombros sobre las mareas?
Gauguin
de las orillas, ¿no te animas?..
¡Caballeros, joder!
¿Tendré yo que pintarla en un poema..?
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