martes, 14 de febrero de 2017

LA RADIO Y YO



Aunque suelo ignorar los establecidos “Días Internacionales de...”, ayer día 13 de febrero no me sustraje a la celebración del dedicado a la Radio, medio de comunicación al que había desplazado hace años de mis hábitos de oyente en favor de la Televisión o de la navegación por Internet. En estos últimos meses, sin embargo, he recuperado ese mundo, donde se descubren innumerables e interesantes personajes y acontecimientos que no parecen caber en las programaciones de las cadenas televisivas ni en las páginas de la prensa escrita, y cuyo rastro en la web suelo desconocer: aventureros, nutricionistas serios, divulgadores de los últimos descubrimientos, escritores noveles con obra ya considerable o activistas sociales comprometidos con causas arduas y desconocidas. Ayer fue, para mí, un día para recordar momentos familiares de la lejana niñez en torno al aparato de radio, cuando adjudicaba con la imaginación rostro, decorado y color a las voces que parecían provenir del artilugio y los actos y sucesos que estas describían.
Hubo un tiempo ya lejano en que se podía seguir la radionovela Ama Rosa en la calle, camino a casa y sin tener transistor, sólo con prestar atención a los aparatos de radio de las casas vecinas en el barrio suspendido en un inquieto silencio. Tiempos en que seducían la dicción y el verbo de los Boby Deglané o Matías Prats padre presentando o transmitiendo espectáculos musicales, humorísticos o deportivos. Tiempos de orquestas que sonaban como las de “Yo soy aquel negrito” o emisoras con las que podías quedar enganchado oyendo durante horas música árabe fácil de sintonizar. Hubo un tiempo asimismo en que fue la Radio el medio de la propaganda política por excelencia para informar, desinformar o promover la conformación y crecimiento de los grandes movimientos de masas, en ocasiones con discursos en lengua extranjera que lograban seducir por el ritmo y la fuerza declamatoria de aquellas voces a las que no se les entendía nada. O tiempos en que era posible la broma pesada y genial que un joven Orson Welles gastó a la población estadounidense haciéndole creer con recursos radiofónicos que la Tierra estaba siendo invadida, en tiempo real, por extraterrestres. Era ayer el momento de recordar todo eso como también que, cuando parecía que la Radio iba camino de una segura y total postergación, se hizo imprescindible herramienta social la noche de un 23 de febrero, en la que el Congreso de los Diputados de una democracia recién nacida permaneció secuestrada por unos desagradables golpistas, al parecer afortunadamente chapuceros.
Ahora, con los nuevos medios tecnológicos, la Radio ha conseguido extenderse y complementarse con la Televisión o con la Red: sus programas se pueden ver, filmados, desveladas las fisonomías y los espacios que se dejaban en exclusiva a la imaginación antes aguijoneada por los sonidos. Tal vez vayamos camino de una confusión o combinación de recursos para ser informados o entretenidos cuando hasta ahora, todavía, dependemos de uno solo de preferencia.
Ayer se concedieron públicamente lo premios culturales El ojo crítico, espacio de Radio Nacional donde oí nombrar a jóvenes dramaturgos, escritores y músicos de los que no había oído hablar pero a los que merece la pena seguir la pista. Tuvo el premio especial del jurado el cineasta José Luis Garci, director de las míticas Asignatura pendiente y Solos en la madrugada. En la modalidad bianual “premio iberoamericano” se reconoció al poeta portugués Nuno Judice, voz de un interés indudable del que no habría tenido noticia (yo al menos) si no es por este programa de Radio.