Para M.D.M., que lo conoció
Dime, viejo cómplice,
¿en la negrura fría
que te envuelve
recibes a los muertos
que te mando,
los que se han
internado en las tinieblas
después de ti?
¿Les meneas el rabo
mientras gimes
para que al fin
despierten y te vean?,
¿lames sus pobres, recién
llegados miembros
con tu saliva cálida?
Dime tú, como puedas:
en esas noches en que
creo oírte
aullando solitario,
¿los estás
despidiendo o saludando
entre jadeos de
reconocimiento?
Dime, corazón, ¿en tu
inocencia
miras en derredor con
ansiedad
pensando dónde estoy
y cuándo iré,
cuándo me tocará,
por qué te dejo solo
todavía?
En la desesperación y el dolor nos hacemos infinidad de preguntas. Él te contesta desde tu recuerdo noble, desde los sueños. Un gran abrazo.
ResponderEliminarLas mismas preguntas se me vienen a menudo a la cabeza al recordar a mi querido Rufo. Es como un venerable antepasado para mi
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