Acordamos salir un lunes nueve.
Quedo anclado a esta cita tan sumaria,
débil, difusa y bella luminaria
que avivaré estos días, llueva o nieve.
Esta espera, después que uno se atreve
a invitarte a una noche extraordinaria,
por la ciudad me arrastra como a un paria
presa del primer viento que me lleve:
me anticipo en los clubes y salones,
los karaokes y las discotecas;
¡todo puede ocurrir en esa noche,
todo o nada, entre bares y mesones!,
y en cada todo o nada tan a secas
Ana Belén nos canta su Derroche.
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