martes, 17 de enero de 2017

PARTES NOMBRADAS



En los senos se llamaba Nuria; su novio escondía la cara entre ellos ahuecando la pronunciación de aquel nombre repetidamente. Sus hombros, en cambio, se llamaban Matilde; él se los había bautizado horas antes, a la luz del primer atardecer, cuando sobresalían de las tiras de un vestido fresco de verano. En el cuello era Elvira, donde su amante se detenía apenas el tiempo de recorrerlo, declamándolo, antes de descender hacia otras zonas. Las manos se le convertían en Belén, sobre todo en las palmas cálidas y protectoras donde él refugiaba la cara unos segundos. Allá abajo sus pies,como dos desconocidos, pertenecían a Amanda, y eran siempre tratados con devoción en los empeines. En sus rodillas y corvas, se transformaba en Teresa casi sin tiempo para acostumbrarse. Se convertía en Davinia en la extensión del vientre, bajo la franja de luz que llegaba del postigo y cruzaba la cama. Llegado el momento, el culo respondía al nombre de Yazmina. Y casi a continuación, ella veía a su chico desaparecer entretenido entre sus piernas, fondeando en los pliegues y las cavidades estremecidas que allí había, intrigada pero divertida, ganada por el morbo de aquella infidelidad con todas las desconocidas, imaginarias o recordadas, que sin embargo confluían en ella, o que eran ella. Cuando el tipo levantaba la cara y la acercaba de nuevo, la chica quedaba siempre aguardando a que finalmente la bautizara a ella, a ella toda, por si él era capaz de nombrar algo de aquel fulgor en sus ojos, de su curiosidad o de la tensión surcada en su frente, de la media sonrisa en la comisura y de sus palabras en voz baja, preguntando. Pero él se quedaba, una noche más, balbuceando de nuevo en la penumbra, intentando impotente un nombre que no acababa nunca de abrirse en sus labios, un palabra que la abarcara plenamente, hasta que vencido dejaba caer la cabeza en la almohada prometiendo que la próxima vez sin falta, la próxima vez, mi amor, le surgiría de adentro por fin cómo nombrarla inventándola, con naturalidad, una próxima vez en que ella nuevamente empezara llamándose Nuria, allí en los senos...

Foto: Natalia Mindru

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