Piso un firmamento de escombros
y una extensión de
libros deshojados,
páginas sin palabras,
encuadernaciones
mudas:
petrificados grumos
sin memoria
y pasta en que se
confunden los colores.
En esta masa informe,
imposible apartar lo
que fue mío,
reconocerme en algo
que purgar,
algo que avale
este andar sin motivo
chapoteando en todo
el alquitrán desierto.
Pese a todo, sobre
este lodazal
parece alguna vez
oírse
tráfico que no rueda,
algarabía de niños
que no están,
voces en balcones sin
nadie
clamores de hordas de
un inquieto pasado
contra el hormigón
indiferente;
si hay suerte oigo el
fantasma
de la voz que acompañaba
tus vestidos
y a veces, pocas
veces,
la música
que amé.Ilustración: Escombros, de Pedro Weingärtner
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